martes, 20 de septiembre de 2011

Mi Gin Tonic

Viste que las noches de verano dan para cualquier cosa. Siempre que haya Gin Tonic hasta morir. Y si estás en una ciudad turística ni te cuento. Coincidimos en un bar con un ex compañero de la facultad. Se sentó en nuestra mesa. Él nos hablaba, yo respondía pero no me hacía cargo de su mano en mi pierna, lo dejé pasar, lo tomé como un mimo de amigos viejos, de esos que ya no cogen.
Yo lo quiero tanto, lo conozco desde que se hacía el trosco.
No sé cómo, pero terminamos los tres en el auto de ella, en la puerta de un telo, al que no pudimos entrar porque estaban todas las habitaciones ocupadas. Le dijimos que la falta de habitación libre era una señal, que nos íbamos, que se bajara del auto. El chiquito se agarraba la cabeza y decía que no se iba a bajar, que de ninguna manera se iba a bajar de ese auto. Nosotras insistimos en que ya fue, que si no se dio, no se dio. Él trataba de hacernos entrar en razón, decía “chicas es ahora o nunca. Mañana cuando lo piensen se arrepienten”. Lo bajamos a los empujones, casi que lo tiramos de auto. Nunca más volvimos a esa playa, ni a hablar del tema.

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